ideal al aplicar la tecnología en el campo logístico de despliegue y sostenimiento de una unidad militar, además del análisis de capacidades del arma de ingeniería y su aplicabilidad en los diferentes desastres naturales, a través de la experiencia vivida en el sismo del 16 de abril de 2016.
Sin dudarlo, el sismo del 16 de abril de 2016, representó una prueba para toda la organización del Estado, encargada de atender las contingencias por desastres naturales, como la Secretaría de Gestión de Riesgos, y por su puesto a las Fuerzas Armadas como un organismo de complementariedad a la estructura del Estado, siendo esta última la que llevo el esfuerzo principal, debido a su eficiente organización y estructura, a más del valioso recurso humano que pudo destacar el orden, la jerarquización y el compromiso del militar ecuatoriano.
Entre las múltiples tareas desarrolladas por las Fuerzas Armadas, se destacan las operaciones ejecutadas por la ingeniería militar en muchos ámbitos, tales como: Reconocimientos técnicos, operaciones de búsqueda y rescate, operaciones de remoción de escombros, coordinación de maquinaria y equipo, coordinación logística, operaciones de Ingeniería Geográfica, ubicación técnica de escombreras, evacuación de dignificados, construcción de albergues, mantenimiento vial, entre otros.
La Ingeniería militar, se esforzó en cumplir con eficiencia todas las demandas de la situación debido al sismo, y se pudieron observar los efectos positivos de estas operaciones destacados en los siguientes puntos.
A través de los reconocimientos técnicos, se pudo cuantificar los daños ocurridos en todas las provincias afectadas en menos de 24 horas, lo que permitió transmitir las autoridades y los medios de comunicación una valoración aproximada del desastre, lo que tranquilizó a la población, al conocer con datos de campo el análisis de la situación y permitió establecer un punto de referencia para la planificación de la cantidad de maquinaria necesaria para la remoción de escombros, además de una estimación del tiempo que se requeriría para efectuar esta operación.
De igual forma, a través de los reconocimientos técnicos de ingeniería, se estableció el grado de seguridad que presentaban los edificios que no habían colapsado, determinando incluso su futuro, ya que edificaciones con graves daños estructurales, no tendrían otra solución que demolerlos, mientras que otros edificios con daños en elementos no estructurales, se demarcaban para una segunda evaluación más detallada que podrían terminar en un reforzamiento de la estructura, a fin de preservarlas.
Todas las circunstancias son de un profundo análisis, ya que la responsabilidad que implica el reconocimiento técnico de ingeniería, no son solo en temas económicos para los propietarios de las edificaciones, sino también una grave responsabilidad sobre las vidas que se pueden poner en riesgo, por ejemplo, al autorizar el ingreso de un inmueble, por razones como la recuperación de valores, como fue el caso de una institución Bancaria en la Zona de Pedernales, o por recuperación de información importante como el caso del edificio municipal de la misma ciudad.
El reconocimiento técnico se efectuó mediante un método de famorización, a través de carteles informativos con una nominación internacional, tomado de las normas ATC 20-1 “Field Manual: Postearthquake safety Evaluation of Buildings” que, en coordinación con varios equipos de ingenieros de distintos países, pudieron evaluar en forma eficiente y oportuna, todas las zonas afectas.
En cuanto a las operaciones de Búsqueda y Rescate, la ingeniería militar, a través de la Escuela de Ingenieros militares y los Batallones de Ingeniería, conformaron equipos multidisciplinarios que lograron incorporar maquinaria pesada en delicadas operaciones de rescate, en donde la gran cantidad de escombros dificultaba el trabajo manual de los equipos convencionales, en contra del tiempo necesario para recatar a las víctimas con posibilidad de supervivencia.
Por otra parte, la experiencia de los Ingenieros militares en explosivos, permitieron que se desarrollen operaciones de alto riesgo, como la evacuación de una bodega de gas en un sótano de una edificación de 3 pisos, en donde más de 200 cilindros fueron aprisionados por los escombros, y se requirió de equipo especial para medir las emisiones de gas, proporcionados por técnicos de Petroecuador, y junto con equipos de bomberos y rescatistas mexicanos, se logró una recuperación de los cilindros, sin que exista una detonación de los mismos.
La remoción de escombros, fue planificada por las unidades de ingeniería, tomando como base el resultado de los reconocimientos técnicos, que lograron determinar con gran detalle, no solo la cantidad de escombros, sino que clasificó los mismos en estructuras de hormigón, madera y mixtas, lo que enfocó la maquinaria específica para el lugar adecuado, determinando de igual forma nuevos rendimientos de la maquinaria en esas tareas, ya que por ejemplo la remoción de escombros de hormigón armado implicaban el uso de equipo especial para poder separar el hierro estructural del hormigón, que dificultaba el proceso de evacuación de estos desperdicios.
